la botella de gel

La botella de gel

Ayer de madrugada la botella de gel decidió poner fin a su vida y se dejó caer en la bañera vacía. No podía haber elegido peor momento. El reloj marcaba las 3:27 am y nos despertó a todos. Si su intención era irse haciendo ruido desde luego que lo consiguió; nunca la veré igual. Su vida se había acabado y sabía que el reciclaje le esperaba. No es mala vida. Podría acabar en un tiesto con grandes vistas desde un balcón o quién sabe.

Entiendo que hasta ahora su vida ha sido triste, casi insignificante. Ahora que lo pienso cuando aún estaba llena quiso llamar mi atención y se precipitó sobre mi pie. La maldije por el dolor causado y no volvió a intentarlo. Pasó el resto de su tiempo entre nosotros allí, en el borde de la bañera con su compañero el champú y la crema para rizos que es la más longeva. A saber qué historia le habría contado de sus antecesoras.

Quizá si supiera la de vídeos que hay en YouTube con reciclajes para botes como ella se sentiría más feliz. O Pinterest que es una locura de ideas de lo más variopintas. Es curioso cómo conocer más mundo nos puede hacer más felices, o quizá más desdichados por no alcanzarlo. Una vez más el optimismo se hace paso. Sin duda mi gel no era optimista. No se le pegó de mí en el tiempo que vivimos juntas. No me escuchó cantar en la ducha según mi estado de ánimo y aprender que hay días buenos y malos.

Ahora voy de camino al contenedor amarillo a darle otra oportunidad. Espero que sea más feliz y no vuelva a causar semejante estrépito en mitad de la noche. Un gel de avena ayer se lanzó al vacío. Adiós y gracias por los servicios prestados.

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